Inundaciones históricas en el desierto marroquí tras 50 años

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Torrenciales lluvias en Marruecos transforman el paisaje del desierto del Sahara, provocando inundaciones y renacimiento de ecosistemas.

Los habitantes de Zagora y Merzuga, regiones del sureste de Marruecos, se ven sorprendidos por un fenómeno insólito: lagunas y arroyos han resurgido en el desierto después de más de medio siglo de sequía. Este cambio drástico se ha producido tras la llegada de inusuales tormentas que han azotado el área, lo que ha resignificado la relación de la población y los turistas con este emblemático entorno natural del Magreb.

Las tormentas de finales de verano y principios de otoño han dejado tras de sí acumulaciones de agua que han transformado radicalmente el paisaje. De acuerdo con las imágenes obtenidas por el sistema MODIS de la NASA y el satélite Sentinel 2, han ressurgido lagos, entre ellos el Parque Nacional Iriquí, un humedal crítico que había sido despojado de agua hace décadas. Adel Munan, investigador de la Universidad de Kenitra, señala que el lago Iriqui, ahora de 13 kilómetros de largo y 11 de ancho, tiene la capacidad de revivir un ecosistema esencial para la migración de especies como los flamencos.

Expertos destacan que el fenómeno ha sido tan impactante que muchos visitantes inicialmente dudan de su autenticidad. Hucín Yuaabed, portavoz de la Dirección General de Meteorología de Marruecos, describió las precipitación, de hasta 250 litros por metro cuadrado en solo un par de días, como algo “nunca antes visto”. A pesar de tales precipitaciones, el país todavía enfrenta un preocupante panorama hídrico, ya que sus reservas de agua están al 29% de su capacidad máxima después de más de seis años de sequía.

El balance del tiempo severo ha sido trágico, con al menos 28 muertes resultantes de las inundaciones en las últimas semanas. Los desastres provocados por el clima han desbordado incluso a las infraestructuras turísticas. La terminal de vuelos en el aeropuerto internacional de Marrakech, uno de los puntos neurálgicos del turismo marroquí, tuvo que desviar varios vuelos debido a la acumulación crítica de agua en sus instalaciones.

La Dirección General de Meteorología de Marruecos ha atribuido estas tormentas intensas a la interacción de una masa de aire tropical inestable y aire frío, resultando en fuertes y destructivas lluvias. Esta combinación atmosférica ha traído no solo la inundación de áreas urbanas y rurales, sino también una alteración del clima que podría causar un cambio significativo en la humedad y en la evaporación del agua en el desierto.

Las inundaciones han tenido un impacto tremendo en la región, no solo en términos de vidas perdidas y daños materiales, sino que han afectado también a la red de oasis que actúa como regulador del agua en el país. La construcción de embalses y la extracción masiva de agua para la agricultura han contribuido a un desajuste ecológico que, tras estas inundaciones, se ha hecho más evidente, llevando a un debate urgente sobre la gestión hídrica en Marruecos.

Regiones que sufrieron un devastador terremoto hace un año, como Al Haouz y Taroudant, han estado nuevamente en la línea de fuego, con decenas de miles de personas aún viviendo en condiciones precarias tras haber perdido sus hogares. El contraste entre el renacimiento de ecosistemas en el desierto y la lucha diaria de las comunidades afectadas por desastres naturales refleja la complejidad del cambio climático en el contexto marroquí.

Dado el impacto global del cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos como los ocurridos en Marruecos se han vuelto una preocupación recurrente. La comunidad internacional observa de cerca el desarrollo de esta situación, ya que las lecciones aprendidas aquí podrían ofrecer insights valiosos para otras naciones en situaciones similares en todo el mundo.


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