Harris busca apoyo empresarial y moderado con mensaje económico.
Kamala Harris, candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, centró su discurso en la clase media durante su reciente evento en Pittsburgh, un intento de atraer a votantes moderados y recuperar terreno en la carrera electoral.
En un contexto político marcado por el desafío del expresidente Donald Trump, Harris repitió la frase «clase media» en múltiples ocasiones, enfatizando su promesa de un «nuevo camino hacia adelante» que beneficie a las familias trabajadoras. A solo seis semanas de las elecciones programadas para el 5 de noviembre, las encuestas muestran que la economía sigue siendo el tema más crítico para los votantes estadounidenses, quienes enfrentan los efectos de una inflación persistente.
La vicepresidenta, que se describió a sí misma como «capitalista», abogó por soluciones prácticas en lugar de ideológicas, destacando su intención de reducir impuestos para un tercio de la población y ofrecer subsidios a empresas que generen empleos de calidad y faciliten la sindicalización. Este enfoque se alinea con su compromiso de construir una clase media sólida, un aspecto que considera crucial en su campaña.
Pittsburgh, una ciudad significativa para la campaña electoral, fue elegida estratégicamente para este discurso, dado que Pensilvania es un estado clave que Harris debe ganar para tener éxito en las elecciones. La ciudad, que ha sido visitada varias veces por la candidata, simboliza la conexión con los trabajadores y las familias de clase media que busca representar.
Mientras tanto, Donald Trump, por su parte, intensificó su campaña en Carolina del Norte, donde expuso su programa económico, que incluye medidas como un aumento general de aranceles y estímulos para incentivar a las industrias extranjeras a establecer fábricas en Estados Unidos. Esta estrategia busca captar el apoyo de los votantes preocupados por la economía.
Históricamente, la economía ha representado un punto débil para los demócratas, a pesar de que el actual presidente, Joe Biden, lideró el partido. Las encuestas revelan que muchos votantes lo ven como un peor administrador económico comparado con Trump, a pesar de que la economía estadounidense ha registrado un crecimiento del 8,4% y una tasa de desempleo inferior al 4% bajo su mandato.
A pesar de la percepción negativa en torno a la economía, los sondeos recientes sugieren que la diferencia entre Trump y Harris en esta área se está estrechando. Mientras que la percepción de Trump como mejor guardián de la economía aún prevalece, algunos informes indican que la confianza en Harris está aumentando, con margen de mejora en el apoyo que recibe.
Este cambio se puede atribuir a dos factores importantes: la estabilización de los precios y el crecimiento de salarios que superan el índice de precios al consumidor. La reciente decisión de la Reserva Federal de reducir los tipos de interés ha sido interpretada como un indicio de que la inflación está bajo control, lo que a su vez ha generado un renovado optimismo económico.
La estrategia de Harris se diferencia significativamente de la de Biden, quien se centró en los datos macroeconómicos durante su campaña. La actual candidata demócrata, en cambio, ha optado por propuestas que buscan abordar directamente las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos, incluyendo incentivos para la compra de viviendas y medidas que faciliten el acceso a bienes esenciales.
Mientras tanto, Trump continúa promoviendo su enfoque centrado en recortes fiscales y protección de la industria nacional, un plan que, según sus críticos, podría desatar nuevamente la inflación y amenazar la estabilidad económica del país. Su estrategia incluye propuestas agresivas como la imposición de aranceles significativos a productos importados y apoyos a industrias estadounidenses, lo que ha provocado preocupaciones sobre posibles conflictos con acuerdos comerciales.
En esta polarizada contienda electoral, Harris ha recibido el apoyo de casi 400 economistas y expertos que respaldan su visión económica frente a la propuesta de Trump, la cual se estima podría aumentar considerablemente el déficit federal. Esta batalla de ideas define una campaña que podría ser decisiva no solo para las elecciones, sino para el futuro económico de Estados Unidos en un entorno global incierto.