Gobierno obtiene victoria en elecciones marcadas por irregularidades en Mozambique
Mozambique vive una intensa ola de protestas tras la proclamación de Daniel Chapo como ganador de las elecciones presidenciales del 9 de octubre. Chapo, candidato del gobernante Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo), obtuvo el 71% de los votos, según la Comisión Electoral, pero la oposición y observadores internacionales han denunciado serias irregularidades.
La respuesta de la ciudadanía ha sido inmediata. Miles de personas salieron a las calles de diversas ciudades, incluida la capital, Maputo, en rechazo a lo que consideran una elección fraudulenta. Las manifestaciones, que han tenido lugar en un clima de creciente tensión política, resultaron en enfrentamientos violentos con las fuerzas de seguridad, dejando al menos dos muertos y numerosos heridos. Los informes de los hospitales indican que varios pacientes fueron tratados por heridas de bala, lo que eleva la preocupación sobre el uso de fuerza excesiva por parte de las autoridades.
Aunque Chapo ha sido proclamado presidente electo, el resultado aún debe ser validado por el Tribunal Constitucional. El Frelimo también triunfó en las elecciones legislativas, obteniendo 195 de los 250 escaños del Parlamento. Sin embargo, la baja participación, solo del 43%, plantea dudas sobre la legitimidad del proceso electoral. La oposición, liderada por Venancio Mondlane, ha expresado su rechazo y ha instado a sus seguidores a realizar una «paralización del país».
La misión de observación de la Unión Europea, que monitoreó las elecciones con un equipo de 179 observadores, ha informado sobre múltiples irregularidades. Entre las denuncias, se destaca el uso indebido de recursos públicos por parte del Frelimo y la alteración de resultados en varias mesas electorales. Asimismo, la misión comentó sobre un censo electoral inflado y falta de transparencia en los procedimientos de escrutinio.
En un contexto ya volátil, el 18 de octubre, dos miembros destacados de la oposición, Elvino Dias y Paulo Guambe, fueron asesinados en Maputo, lo que ha exacerbado aún más la tensión. La oposición ha señalado a las fuerzas de seguridad como responsables de estos homicidios, lo que profundiza el clima de desconfianza hacia el gobierno. En medio de estos acontecimientos, los partidarios de Mondlane han levantado barricadas y se han enfrentado a la policía, intensificando las protestas en varias ciudades.
Las respuestas de los líderes opositores han sido contundentes. Mondlane señaló que los resultados que otorgaron la victoria a Chapo «no reflejan la voluntad del pueblo» y calificó el proceso electoral como «podrido, adulterado y falso». Por su parte, Oussufo Momade, del grupo opositor Renamo, también ha exigido la anulación de lo que considera unas elecciones fraudulentas.
Si se ratifican los resultados, Daniel Chapo, de 47 años, se convertiría en el primer presidente de Mozambique nacido tras la independencia del país. Sin embargo, el ascenso de Venancio Mondlane como líder de la oposición representa un cambio significativo en el panorama político mozambiqueño. Mondlane, conocido como VM7, ha demostrado ser un candidato formidable en las últimas elecciones y cuenta con un sólido apoyo en la capital, lo que sugiere que la oposición podría estar ganando terreno.
A medida que las tensiones aumentan y las protestas continúan, Mozambique enfrenta un punto de inflexión en su historia política. La situación se agudiza no solo por las acusaciones de fraude, sino también por el clima de violencia y represión que ha surgido post-electoral. La comunidad internacional observa este conflicto con preocupación, ya que los acontecimientos en Mozambique podrían tener un impacto significativo en la estabilidad de la región y la credibilidad del proceso democrático en el país.
En las próximas semanas, el desenlace de esta crisis podría depender de varios factores, incluyendo las decisiones del Tribunal Constitucional sobre la validación de los resultados y la capacidad de la oposición para articular sus demandas de manera efectiva. La población de Mozambique, con 34 millones de habitantes, permanece en un estado de incertidumbre, a la espera de respuestas y soluciones ante un panorama cada vez más tenso.