Gisèle Pelicot declara: “Estoy destruida y no sé cómo recuperarme”

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Francia enfrenta un escabroso caso de violación en serie que expone el abuso y la traición familiar

En un juicio que ha captado la atención internacional, Gisèle Pelicot, de 71 años, ha tomado el estrado en Aviñón, Francia, para relatar su desgarradora experiencia tras ser víctima de más de 50 violaciones organizadas por su propio marido. Esta impactante narración ha puesto de manifiesto una de las facetas más inquietantes del abuso: la traición por parte de seres cercanos.

Durante su segunda declaración en el tribunal, Pelicot dirigió sus palabras a su exmarido, Dominique, principal acusado en el proceso. Con un tono de traición y dolor, le preguntó: “¿Cómo pudiste traicionarme así? ¿Dejar que estos extraños entren a nuestra habitación?” A medida que expuso su experiencia, la mujer se mostró visiblemente quebrantada, afirmando: "Soy una mujer totalmente destruida y no sé cómo voy a recuperarme".

Desde que se abrirían las audiencias el pasado 2 de septiembre, Pelicot ha sido una figura central en este juicio, y su valentía la ha convertido en un símbolo contra la violencia de género en Francia. A su llegada al tribunal, fue recibida con aplausos, y hoy, con determinación, declaró: “Me dicen que tengo coraje. No es valentía, es voluntad y determinación para hacer evolucionar esta sociedad”. Consciente de la magnitud de su decisión, eligió que las audiencias fueran públicas para cambio la percepción social sobre el tema de la violación.

Su decisión de hacer públicas las audiencias ha resonado en toda Francia, avivando un debate nacional sobre la cultura del consentimiento. Su abogado justificó esta elección como un acto para "cambiar la vergüenza de bando", un mensaje que ha sido adoptado por grupos feministas que han respaldado a Pelicot en diversas manifestaciones. “Quería que todas las mujeres víctimas de violación pudieran decir ‘Sra. Pelicot lo hizo, nosotros podemos hacerlo’”, insistió la denunciante, reafirmando su objetivo de empoderar a otras mujeres.

A lo largo de la década en que sufrió los abusos, Pelicot enfrentó severos problemas de salud, incluyendo pérdida de memoria y depresión. Para su horror, la evidente evidencia de las violaciones fue revelada solo tras la detención de su marido por otro delito, momento en que se descubrieron vídeos que capturaban los abusos. En la actualidad, 50 hombres se sientan en el banquillo acusado de haber violado a Pelicot junto a su exmarido.

El caso ha sacudido los cimientos de la opinión pública en Francia, poniendo en tela de juicio la definición legal de violación en el país. En este sentido, el ministro de Justicia, Didier Migaud, ha expresado su intención de revisar la normativa vigente, que actualmente no menciona explícitamente el consentimiento dentro del artículo 222-23 del Código Penal Francés. Esta situación contrasta con la reciente legislación adoptada en España, que exige el consentimiento explícito para cualquier relación sexual.

Durante las audiencias, los testimonios han revelado la complejidad de la situación. Dominique, en particular, describió el método por el cual manipulaba a su exmujer, asegurando su sedación con poderosos ansiolíticos. Al ser interrogado por el presidente del tribunal, Migaud, el acusado admitió que preparaba las dosis con antelación, con el fin de asegurar un control total sobre Pelicot durante los abusos. "Era fácil. A veces [ella] tenía sospechas, pero la mayoría de las veces no", manifestó.

El juicio, que se espera que se prolongue hasta el 20 de diciembre, ha sido un espacio para la revisión de patrones familiares de abuso y la impunidad que frecuentemente acompaña a estos crímenes. Pelicot, al escuchar las defensas de los acusados, se ha visto confrontada con una dura realidad: la negación y la minimización del sufrimiento que han caracterizado a muchos de estos hombres. “El violador también puede estar dentro de tu familia, de tus amigos”, expuso, un recordatorio escalofriante que ha resonado en la sala del tribunal y es reflejo de una problemática más amplia en la sociedad.

Este caso ha encendido un debate crucial sobre la violencia de género y el consentimiento, cuestionando las estructuras patriarcales que a menudo permiten que tales atrocidades queden sin respuesta. La declaración de Gisèle Pelicot se convierte en un grito de alerta que busca no solo justicia para sí misma, sino para todas aquellas mujeres que han sido invisibilizadas por un sistema que frecuentemente las silencia. En su lucha por la verdad y la justicia, Pelicot no solo enfrenta a su abusador, sino que también desafía a una sociedad que necesita urgentemente un cambio en sus normas y actitudes hacia la violencia sexual.


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