Cuatro años de prisión para dueño de petardos ilegales en Paramos.
Francisco González Lameiro, gerente de un almacén ilegal de pirotecnia, ha admitido su responsabilidad en la devastadora explosión de 2018 en la aldea gallega de San Xoán de Paramos. La tragedia, que dejó dos muertos y casi 30 heridos, provocó daños irreparables en esta pequeña comunidad del municipio de Tui, en la provincia de Pontevedra.
Durante su comparecencia en la Audiencia Provincial de Pontevedra, González Lameiro fue condenado a cuatro años de prisión por dos delitos de homicidio imprudente y 28 delitos de lesiones. La explosión causó una onda expansiva que dañó severamente propiedades e infraestructuras, dejando a la comunidad en un estado de desesperación y pérdida. A raíz de su confesión, el acusado pidió perdón a las víctimas, un gesto que, aunque llegó tarde, dio algo de consuelo a la comunidad afectada.
La sentencia determina que el pago por daños y perjuicios ascenderá a unos 12 millones de euros, una cifra que incluye indemnizaciones tanto a las víctimas directas como a la administración local. La mayoría de este costo será cubierto por la Administración pública, mientras que la aseguradora Mapfre se ha visto implicada en la controversia por su supuesta responsabilidad civil. Este enfrentamiento ha añadido otra capa de complejidad al ya complicado proceso judicial.
El fiscal había solicitado inicialmente una pena de 14 años de prisión argumentando que González Lameiro también había infringido normas de seguridad cruciales, poniendo en peligro vidas humanas y el medio ambiente. Además de la condena privativa de libertad, el tribunal impuso una multa de casi 3.800 euros y solicitó la inhabilitación para fabricar y manipular artefactos explosivos. Esto resuena especialmente en una comunidad que ha visto cómo la falta de precauciones adecuadas puede llevar a consecuencias fatales.
El juicio no solo se centró en la responsabilidad penal, sino también en determinar la obligación de indemnizar a los afectados. Según el fiscal, se deberán pagar 140.000 euros a cada uno de los hijos del matrimonio fallecido, que eran menores de edad en el momento de la tragedia. Además, se ha propuesto compensaciones a otros 36 vecinos que sufrieron lesiones y a los propietarios de viviendas y vehículos deteriorados, sumando un total de 430 afectados por el desastre.
El impacto de la tragedia en Paramos ha sido profundo. Salvador García, presidente de la Asociación de Afectados, expresó su satisfacción por el avance en el proceso judicial, aunque lamentó que el perdón del acusado no eliminara el sufrimiento ya vivido. «Los vecinos quieren olvidar», declaró, enfatizando el deseo de la comunidad por seguir adelante tras este capítulo doloroso de sus vidas.
Por su parte, el abogado de las víctimas, Calixto Escariz, explicó que la Audiencia decidirá el alcance de la responsabilidad civil en su fallo final. La intervención de la Administración local en la reclamación es significativa, dado que avanzó una parte considerable de los daños, algo que reafirma la urgencia de alcanzar un acuerdo definitivo sobre las indemnizaciones a las víctimas.
La historia de Francisco González Lameiro es emblemática dentro de un proceso judicial que tocó a una comunidad casi enteramente. Tras la explosión, el acusado pasó meses en prisión preventiva, una situación que incrementó la angustia de los afectados al saber que el autor de la tragedia estaba en libertad. Su posterior retorno a prisión, tras el descubrimiento de nuevos depósitos de material ilegal, añadió una capa más de angustia a las víctimas que aún luchaban por reconstruir sus vidas tras la explosión.
Este juicio ha cerrado un capítulo doloroso, pero las cicatrices en la aldea de San Xoán de Paramos permanecerán. La comunidad busca recuperar la normalidad y sanar las heridas del pasado, mientras se enfrenta al desafío de superar una tragedia que marcó a todos sus habitantes. La condena de González Lameiro se ve como un primer paso hacia la justicia, aunque todavía queda un largo camino por delante para que los vecinos puedan finalmente cerrar este triste episodio de su historia.