Canciller venezolano destaca paz social y crecimiento económico en ONU.
Venezuela se presenta en la ONU como victimario en medio de críticas internacionales
En el marco del 79º periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Venezuela buscó exponer su posición sobre la situación política del país, aunque la participación fue recibida con escaso interés. El discurso del ministro de Relaciones Exteriores, Yvan Gil, se desarrolló ante una sala con notable ausencia de delegaciones, reflejando el aislamiento diplomático que enfrenta el gobierno de Nicolás Maduro en el escenario global.
Durante su intervención, Gil presentó un relato optimista sobre las elecciones presidenciales celebradas el pasado 28 de julio, en las que, según afirmó, el pueblo venezolano votó de manera "consciente, pacífica y masiva" para revalidar a Maduro para el período 2025-2031. Sin embargo, salió a relucir el conflicto con la oposición, que impugna el resultado y ha denunciado una serie de irregularidades. Gil atribuyó a esta oposición "una violencia criminal" que dejó un saldo de 27 muertos, resaltando así el tono de confrontación que marcó su intervención.
El canciller venezolano recurrió a la retórica del victimismo al señalar que las manifestaciones y disturbios ocurridos tras los comicios fueron provocados por "bandas criminales" instigadas por opositores. Afirmó que la "verdad" sobre estos hechos no aparece en los medios de comunicación tradicionales ni en los informes de la ONU, sugiriendo que existe una conspiración global en contra de su gobierno. Este enfoque deslegitima las críticas internacionales y parece reafirmar la narrativa oficial del régimen chavista.
Gil no escatimó en acusaciones hacia Estados Unidos y la Unión Europea, a quienes culpó de intentar desestabilizar a su gobierno. En su discurso, denunció lo que considera una "conspiración" que busca subyugar al chavismo. Esta confrontación retórica llevó a la delegación estadounidense a abandonar la sala durante su intervención. No obstante, el canciller parece haber entendido la importancia de señalar el supuesto éxito económico y social de Venezuela, a pesar de las sanciones internacionales que alegó han impactado severamente en la economía del país.
A lo largo de su discurso, Gil enfatizó la "paz social" que, según él, reina en Venezuela, desestimando así la percepción internacional sobre la crisis humanitaria que enfrenta el país. Aseguró que continuará presentando pruebas de los supuestos intentos de desestabilización y ataques terroristas formulados desde Estados Unidos, incluyendo planes de asesinato al propio Maduro. El ministro prometió que el gobierno revelará más evidencias en las próximas semanas, lo que agregó un tono de expectativa a su presentación.
El discurso también incluyó menciones a aliados internacionales, resaltando la relación de Venezuela con regímenes como Cuba, Rusia y Nicaragua. La defensa de estas naciones fue un claro intento de mostrar que Venezuela no está sola en su lucha contra lo que considera intervencionismo occidental. En este contexto, Gil utilizó el escenario de la ONU para fortalecer la narrativa de resistencia de su gobierno frente a las presiones externas.
Venezuela no sólo utilizó este foro para reivindicar su postura sobre la situación interna, sino que también hizo eco de conflictos globales. En particular, la causa palestina fue abordada con vehemencia, con Gil acusando a Israel de cometer un genocidio comparable a los crímenes de la Segunda Guerra Mundial. Esta sorpresiva comparación buscó unir el discurso de Venezuela con causas que capturan el interés internacional.
Finalmente, la participación de Venezuela en la ONU deja en evidencia no solo su soledad en el escenario internacional, sino también su determinación de continuar con una narrativa que justifique su permanencia en el poder frente a las múltiples crisis que enfrenta. Al ver cómo la sala se vaciaba durante su intervención, quedó claro que el país sudamericano sigue siendo un paria en el contexto de la diplomacia global, luchando por ser escuchado en medio de un clamor internacional por la democracia y el respeto a los derechos humanos.