Boric aborda crisis por acusación a Monsalve en La Moneda.

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El Gobierno chileno enfrenta una crisis sin precedentes tras las acusaciones de abuso sexual que involucran a un alto funcionario, desatando un torrente de reproches y exigencias de rendición de cuentas.

El presidente Gabriel Boric, quien había intentado separar a su administración de esta situación, se vio obligado a abordar el tema el pasado viernes en una rueda de prensa de 53 minutos. La situación gira en torno a Manuel Monsalve, el subsecretario del Interior que presentó su renuncia el jueves después de que brotaran denuncias de abuso sexual y violación en su contra, ocurridas en un hotel de Santiago el 22 de septiembre. Esta renuncia se produjo poco tiempo después de que el medio local El Segundo revelara que la Fiscalía había iniciado una investigación sobre él.

Durante la conferencia, Boric admitió que estaba al tanto de la denuncia desde el martes anterior, lo que generó más dudas sobre su gestión. Monsalve, quien había despachado hasta el jueves, le comentó que había revisado las cámaras de seguridad del hotel donde ocurrió el presunto evento para verificar su condición al llegar a la habitación, algo que Boric argumentó como un intento de ser transparente. Sin embargo, esas declaraciones abrieron nuevos flancos, provocando que varios opositores solicitaran al Ministerio Público que llamara al presidente a declarar por "omisión de informar".

Mientras las críticas aumentaban, los partidos opositores también pidieron la formación de una comisión investigadora en el Congreso, apuntando a la inacción del presidente Boric y su decisión de permitir que Monsalve mantuviera su cargo hasta que la prensa comenzara a indagar sobre el caso. Este hecho ha puesto de manifiesto la falta de liderazgo del presidente en temas que previamente había prometido abordar con firmeza, especialmente considerando su compromiso de gobernar con un enfoque feminista.

Con el contexto de la denuncia, Boric declaró no tener conocimiento sobre si hubo alteración de pruebas o interferencia en la investigación. Sin embargo, varios informes indican que Monsalve solicitó a la Policía de Investigaciones revisar esas grabaciones días antes de que la víctima entre en contacto con la Fiscalía. Monsalve había estado sin escolta en el hotel, lo que ha suscitado aún más preguntas sobre las circunstancias que rodean el caso.

En medio de la tormenta de críticas, la portavoz del Gobierno, Camila Vallejo, intentó defender al presidente, afirmando que no hubo ninguna omisión de su parte. No obstante, este respaldo no ha ayudado a mitigar la desconfianza pública hacia el Ejecutivo ni la presión política que enfrenta Boric. Con la cercanía de las elecciones municipales, este escándalo ha puesto en jaque la imagen del Gobierno y ha añadido una carga adicional a su administración, ya frágil.

El politólogo Octavio Avendaño considera que esta crisis podría ser la más significativa desde el retorno a la democracia en Chile en 1990. Avendaño subraya las preguntas sobre la toma de decisiones en el seno de La Moneda y critica la tardanza en actuar ante las acusaciones. La percepción en el país es que el Gobierno priorizó la protección del subsecretario a costa de la integridad de la víctima.

La tensión aumentó cuando se reveló que el mismo jueves, Boric se reunió con el ministro del Interior, Carolina Tohá, tras ser informado de la denuncia. Tohá confirmó que se le otorgó tiempo a Monsalve para que viajara al sur del país a informar a su familia sobre la situación. Esta atención a los intereses personales del subsecretario genera una imagen de descoordinación y falta de urgencia en la respuesta del Gobierno ante acusaciones tan graves.

Este escándalo se produce en un clima de elecciones municipales, donde el oficialismo había mantenido una leve ventaja ante la oposición hacia el inicio de la campaña electoral. Sin embargo, la situación pone a prueba la estabilidad del Gobierno, y los analistas sugieren que podrían compartirse más salidas de figuras clave en La Moneda. La desventaja histórica del sector de Boric podría acentuarse si no logra un manejo eficaz de la crisis, lo que plantea un futuro incierto para su administración y su relación con el electorado chileno.

Al final, el caso Monsalve se ha convertido en una prueba de fuego no solo para la administración de Gabriel Boric, sino también una manifestación de las tensiones políticas y sociales actuales en Chile, donde las exigencias de transparencia y justicia están en su punto más alto.


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