La laguna más extensa de Doñana se seca por tercera vez.
La Laguna de Santa Olalla y el Futuro de Doñana: Un Ecosistema en Peligro
Las alarmas han sonado nuevamente en Doñana, España, donde la laguna de Santa Olalla se ha secado por tercer año consecutivo. Este fenómeno, ocurrido a principios de octubre y no en agosto como en años anteriores, pone de manifiesto una crisis ambiental sin precedentes.
La situación en la laguna ha sido calificada como "crítica" por expertos de la Estación Biológica de Doñana, quienes advierten que la superficie de agua existente se ha reducido a un lámina mínima de lodo imposible de analizar. Hasta hace poco, esta laguna era una de las pocas que mantenía su hidrología. Sin embargo, la prolongada sequía y la sobreexplotación del acuífero han llevado esta área, una de las más emblemáticas del parque nacional, al borde del colapso. Según el director de la Estación Biológica, Eloy Revilla, esta situación se ha intensificado en los últimos años y afecta directamente a la biodiversidad del ecosistema.
Los investigadores de Doñana explican que el ciclo hidrológico actual, que comenzó con una Santa Olalla completamente seca, se ha visto gravemente afectado por las variaciones climáticas. Aunque algunas lluvias en octubre lograron elevar temporalmente los niveles del acuífero, las altas temperaturas desde abril han sido perjudiciales. Ello no solo ha disminuido el volumen de agua, sino que ha propiciado la proliferación de algas filamentosas, que amenazan a las especies acuáticas y aviares que dependen de la laguna.
El deterioro de Santa Olalla es solo parte de un problema mayor. En el mismo año, la vecina laguna Dulce también se secó, convirtiéndose en otro ejemplo de la pérdida de estos ecosistemas acuáticos. Este escenario se ha vuelto recurrente, dado que más del 60% de las lagunas que existían en Doñana en los años 80 ya han desaparecido. La combinación de sequía y actividades humanas está alterando las dinámicas de estas lagunas, que cada vez se inundan menos y por periodos más breves.
Los científicos han identificado un "cambio sin retorno" en este ecosistema. Investigaciones apuntan que la vegetación terrestre, en particular los árboles de tamamo, están invadiendo áreas antes sumergidas, indicando un drástico cambio en la ecología de la laguna. "Estas alteraciones son más evidentes en las lagunas cercanas a los cultivos de regadío intensivo", afirma Revilla, quien también subraya que este fenómeno es exacerbado por la actividad humana.
La ONG WWF, que ha monitoreado la situación desde los años 80, ya había advertido sobre los daños a las lagunas adyacentes a Matalascañas, una localidad turística cercana. Juanjo Carmona, responsable de WWF en Doñana, sostiene que la crisis no puede atribuirse únicamente al cambio climático. "La sequía y el cambio climático son factores que agravan una situación provocada por un modelo de explotación agrícola insostenible", explica, añadiendo que las autoridades están al tanto del problema pero no actúan con firmeza ante los intereses agrícolas.
Desde el colectivo Ecologistas en Acción, Juan Romero propone una solución audaz: "Es necesario traer agua superficial de la cuenca del Tinto, Odiel y Piedra para la conservación del humedal, no para la agricultura". Argumenta que las acciones deben ser coordinadas y decididas para proteger este ecosistema de interés público, ya que cerrar pozos no será suficiente para revertir años de sobreexplotación.
El impacto del deterioro en Doñana también afecta a la fauna que depende del ecosistema, como las tortugas autóctonas y 11 especies de anfibios que se encuentran en peligro de extinción. La situación exige atención inmediata, ya que la desaparición de estos hábitats podría tener efectos devastadores en la biodiversidad local.
El futuro de Doñana parece incierto, y la presión humana junto a las condiciones climáticas adversas continúan tomando un peaje devastador en sus ecosistemas. La comunidad científica y las organizaciones medioambientales hacen un llamado urgente a la acción, advirtiendo que, si no se toman medidas concretas y efectivas, este paraíso natural podría transformarse en un desierto. La lucha por la conservación de Doñana es más que un desafío medioambiental; es una cuestión de supervivencia para muchas especies y para el equilibrio del ecosistema europeo en su conjunto.